miércoles, 4 de mayo de 2011

UN DIA EN EL PARO EN TUDELA

(NO SON LOS HERMANOS MARX, no, es la crónica de un parado)

Traumática experiencia para una persona que va al paro por primera vez y pretende solicitar información para pedir una prestación por desempleo.

Una vez con la carta de despido en la mano por causas de un maldito ERE, me dirijo a la oficina de Empleo de Tudela a pedir información. Es media mañana y está bastante repleta de gente. Hay mesas por doquier con pantallitas que indican el turno.

Me dirijo a Información e indico a la señorita que me acaban de despedir y que qué es lo que tengo qué hacer y cuándo. Ésta me mira como si viera a un zombi y me dice sin más que “vaya a Prestaciones”, y no dice más.

Por lo que me veo obligado a volverle a preguntar: ¿Dónde está por favor?. Y me dice que debo solicitarlo por internet o por teléfono al tiempo que me entrega un pequeño recorte fotocopiado en donde se indica dicha información.
-Entiendo que ahora no puedo ir a informarme a Prestaciones, sino qué es con día y hora ¿no? Y me contesta moviendo la cabeza afirmativamente mientras dibuja una estúpida sonrisa.
Le digo que podía haber sido mucho mejor su información desde el principio, mientras ella me dirige una sonrisilla de quien se siente satisfecha con su actuación al tiempo que encoge los hombros.

Ya en casa consigo la fecha y la hora para volver a ir a la Oficina de Empleo. Me la apunto en un papel y llegado el día, allá que me presento a las 8:30 de la mañana.
Hago “la tan amarga cola en la puerta” y al rato y como si de un estreno estelar en un teatro se tratara, se suben automáticamente las cortinillas de todos los escaparates de la Oficina de Empleo, se abre la puerta y

COMIENZA LA FUNCION:

Una vez dentro, la gente no sabe hacia dónde ir -me recuerda a las rebajas en unos grandes almacenes- las cabezas miran a los techos buscando carteles, pantallitas, lo que sea que te ayude. Otros van a un expedidor de números, yo como tengo hora asignada, leo “Prestaciones” y allá que me voy a la 1ª mesa que pillo donde, creyendo ser el primero, hablo con la empleada:

-Tengo vez a las 8:30, ¿me atiende usted misma?
-No no, según la letra y el número que tenga y mire las pantallas.
-¿Número? ¿Letra? ¿Qué número? ¿Qué letra?
-Según la letra deberá ir a unas mesas u otras.
-Oiga, lo he solicitado por internet, y no sé de qué me habla.
-Cuando usted lo solicitó, ¿qué letra eligió, la A o la B?
-Oiga, no me fijé en que hubiera letra alguna que elegir, por favor, ayúdeme.
-Pues si usted no sabe ni que letra eligió, como lo voy a saber yo. Mire, confirme primero si su solicitud es para hoy, vaya a dónde está esa gente.

Me vuelvo y el alma se me cae a los pies, sobre un pedestal se arremolinan fácil unas 8 personas todas manoseando y quitándose de las manos un juego de folios grapados entre sí tratando de ver su DNI y la hora de la cita. – lo que decía de las rebajas, todos peleándose por unos pantalones a tirón limpio-

Mientras, se oyen los pitiditos de los números que van corriendo por las pantallitas que penden sobre todas las mesas.
Poseído por el ansia, los nervios de ver correr los números, la mala leche que se va fraguando dentro de mi ser y las prisas, me hago no sé cómo con todo el paquete de folios y observo que ¡los DNI no van ordenados!, por lo que tengo que buscarme en todas las hojas. Me encuentro por fin y confirmo que estoy, como ya sabía para las 8:30 horas y con el número 8, pero ¡no veo letra alguna!

Las pantallas se dividen unas en A y otras en B, por lo que los números corren y yo no sé si soy la A o la B. Mis nervios se disparan y vuelvo a la primera mesa y a la misma empleada de antes:


-Oiga por favor, he visto que soy el 8 pero de letra nada de nada.
-Qué le repito que usted debe saber que letra es, si la A o la B.
-Oiga, yo solo sé que me estoy poniendo de mala leche, no busco bronca, soy una persona de casi 60 años, que me veo en el paro por primera vez no sé cómo funciona esta Oficina, y le exijo a quien sea que me atienda debidamente. –al tiempo que abro los brazos y muevo la cabeza hacia los lados con gran desesperación.
-Bueno, pues entonces usted supongo que querrá “una prestación”, por lo que debe ser la letra B.
-Vale pues, gracias.

Me retiro hacia donde están las pantallitas y enseguida observo mi número.
Mesa 13, no podía ser otro número, claro…
Empiezo a avanzar
y me adentro en las entrañas de este monstruo insaciable que ya se ha comido a cinco millones de personas y cuyo holocausto no tiene visos de detenerse.

Por fin veo mi mesa y me sincero con la empleada que me atiende. Y me explica, que todas mesas de la derecha son del “Estado español para Prestaciones” y las de la izquierda son del “Servicio Navarro de Empleo” para obtención de la Tarjeta de Demanda, sellarla, Orientación psicológica, etc….

Me atiende correctamente pero me dice que no puede tramitarme nada ahora ya que debo esperar a que se me acaben unas vacaciones que no he disfrutado y que el empresario me ha pagado y que luego de esos días vuelva a solicitar de nuevo una cita por internet o teléfono. Que vaya ahora a la “zona navarra” a pedir la Tarjeta de Demanda de Empleo para empezar a sellar, etc…..por lo que debo empezar de nuevo yendo al poste de entrada a sacar número.

Le doy las gracias y vuelvo al “poste” de entrada a “sacar número” . Me toca ya por fin y en la mesa de “Navarra” me cumplimentan la Tarjeta, me enseñan “mi currículum” en pantalla y que vuelva dentro de 3 meses a sellar.

Ahora ya entiendo cómo funciona la Oficina de Empleo de Tudela. Al parecer se trata de dos empresas distintas en un mismo local que podrían estar totalmente separadas con un tabique.
El Servicio Navarro de Empleo con mostrador de Información y el Ministerio de Trabajo sin información ninguna y con mal trato para el usuario.

Tú cuando entras lo primero que ves es “INFORMACION” y allá que te vas y le cuentas tu drama:


- Mire usted que m’an “ichau”. ¿Qué tengo que hacer?
Y claro, como en el “lado navarro” no gestionan prestaciones, pues palo que te va porque tú no sabes que estás en “zona navarra” y por eso no me atendieron bien la 1ª vez. ¡Claro, la culpa es del que llega nuevo! ¡Mira tú que no saber estos entresijos! ¡Es que nos merecemos que nos traten mal! ¡Ah! Ya se para que están los servicios de psicología del INEM!, una vez maltratado, tratan de ayudarte para que salgas del daño emocional recibido en sus locales.

Salgo a la calle haciéndome cruces “de cómo ha ido la cosa”. Al duro golpe de verte a tus 56 años despedido en la pu…. calle, con la crisis actual, sin visos de encontrar trabajo alguno, hay que unir lo sucedido en la Oficina de Empleo los dos días que he ido. El malestar se me va disipando poco a poco a lo largo de la mañana, pero no consigo olvidar lo sucedido.

La mala leche se me acumula y se me desborda. No soy violento, pero comprendo que haya alguien que pierda los nervios y descarguen su frustración por la INEXISTENTE INFORMACION al entrar, y la MALA SOMBRA DEL PERSONAL AL SERVICIO DE LA ADMINISTRACION, que lejos de ser comprensivos con personas que estamos pasándolo mal y que sólo queremos información, nos dan zapatazos en todos los morros con ese, llamémosle cinismo o prepotencia que da el estar “al otro lado”.

Estas personas carecen de la formación completa adecuada para atender a los usuarios. No solo deben hacer labor administrativa, sino que deben informar cuando se les pregunte, y si no, que exista un servicio de información como debe ser.

Mi más dura repulsa al Ministerio de Trabajo, y en concreto a la sección de Prestaciones por desempleo de la Oficina de Tudela (Navarra)

martes, 5 de abril de 2011

HISTORIAS INÉDITAS SIN PIES NI CABEZA




© Juan Fco.Casanova Pérez (todos los derechos reservados)

1.- EL POLÍTICO OCASIONAL



Como cada mañana al salir, cerré la puerta con doble vuelta de llave. Era ésta una costumbre que desde hacía tiempo tenía arraigada, pues cada vez eran más los robos en las viviendas. Llegué a la puerta del ascensor y pulsé el botón de llamada al tiempo que me acariciaba la cara. Tenía la piel irritada por la maldita costumbre de pasarme la cuchilla varias veces en el mismo sitio. Y todo era por ahorrar, “estiraba” demasiado el uso de las cuchillas. El día se presentaba rutinario como todos los demás por lo que llevaba la mente ausente. Llegó el ascensor abrí la puerta y entré. Pulsé el cero como siempre y empezó a bajar. Tenía la vista hacia arriba, al frente, como hacía siempre. Esta vez me pareció que tardaba algo más en bajar. Extraña sensación.



Salí al vestíbulo del inmueble y al pasar delante de los buzones, jugué como siempre a ver si la célula del techo no me detectaba. Solía apartarme voluntariamente de mi ruta un pelín para que no se encendiera la luz que iluminaba los buzones, pero no, me detectó como casi siempre y me soltó todo su chorro de luz encima. ¡Otra vez será!, me dije, y me subí bien el cuello del abrigo ya que en la calle me esperaba una mañana muy fresca.



Salí al exterior y me quedé perplejo. ¡Todo lo que veía me era desconocido! ¡La calle, las casas de enfrente, nada me era conocido! Mantuve la boca abierta a la par que movía los ojos como platos en todas direcciones. Aún acerté a dar tres indecisos pasos y me paré embobado. ¡¡¿Qué había pasado en mi calle?!! Una amable señora me preguntó si me pasaba algo y negué moviendo la cabeza pero manteniendo la boca abierta. Ella se alejó diciendo no se qué si me había dado un aire……





Giré a la izquierda como hacía siempre para iniciar mi camino a la oficina. La tienda del libio Muhammad no existía. En su lugar había un sex-shop y en su escaparate podían verse toda clase de artilugios sexuales, ropas incitantes, etc... Mi asombro iba en aumento ya que me decía que era imposible que mi buen amigo Muhammad, de la noche a la mañana, hubiera cambiado su humilde negocio de alimentación por este de sexo. Pensé que quizás su religión no se lo permitiría, pero oye, cada uno hace lo que quiere.


Iba dando pasos sin firmeza, pues el asombro y la sorpresa me hacían no avanzar apenas. Miraba todo a mí alrededor y me era totalmente desconocido. La cervecería famosa por los litigios de la comunidad en su contra ahora era un Banco. Pude observar que había alguien en el cajero y al insertar su tarjeta, ¡le salía una jarra de cerveza con toda su espuma arriba! ¡Pero que locura era esa!







La cafetería-panadería de la esquina era una autoescuela donde se anunciaba a muy buen precio “el carnet de bicicleta voladora” ¡¡ ¿¿??!! ¿Bicicleta voladora? ¿Qué es eso? ¿Qué me estaba pasando Dios mío? ¿Qué sucedía a mí alrededor? ¿Dónde estaba?




Seguí por mi calle habitual y al llegar al gimnasio vi que se anunciaba un Supermercado. Los clientes entraban y salían cargados con su compra, pero ¡vestidos de deporte! ¡Todos iban haciendo footing, y sin parar pasaban por las estanterías y cogían los artículos! ¡En la puerta con un silbato en la boca y sin dejar de pitar estaba Mourinho dirigiendo la entrada y salida! Y les decía con mal genio a todos: ¡No se paren! ¡ el que lo haga no compra!





¡No reconocía a nadie de mis habituales! ¿Dónde estaba la gente con la que me cruzaba a diario? ¿Es que habían desaparecido todos?





Seguí adelante a la par que experimentaba un desconcierto cada vez mayor. ¡Estaba totalmente atónito, perplejo y sumido en un mar de confusiones! (Esta frase la aprendí de pequeño)



Al acercarme a lo que era mi lugar de trabajo ¡vi que ahora era La Casa Consistorial! ¡Dios mío! ¡El Ayuntamiento está en donde estaba la oficina! Me acerqué titubeando con cara de sorpresa para mirar al interior a ver si conocía a algún compañero de trabajo. En ese instante el guardia que había en la puerta me soltó un sonoro “Buenos días D. José Luis”. Le miré embobado con cara que denotaba sorpresa a la vez que giré el brazo derecho con el dedo índice apuntando hacia mi pecho, como diciendo “que si era mí”. Pero lo más extraño es que a ese guardia sí que lo conocía, era ¡el mismísimo Torrente! El guarrete del cine que siempre decía “¿Qué chavalote, nos hacemos unas pajillas je, je, je? Espero que no me lo diga a mí ahora. El guardia me volvió a decir “¿se encuentra bien D. José Luis?”





Enseguida se me acercó otra persona que sin parar de hablar me puso al día de todo lo que tenía que hacer esa mañana. ¡La Virgen! ¡Esa cara la conocía yo! ¡Era Carmen Sevilla! Entre otras cosas me dijo que ya me había cogido como siempre “er cuponsito del día". Quise decir que se equivocaban, que yo era otra persona, pero no podía, algo me lo impedía.





Me llevé la mano derecha al rostro restregándomela por todo. No atinaba a salir de mi asombro. Oí decir a mí alrededor “ya viene el Sr. Alcalde” y entonces me giré para verle yo también, pero solo veía miradas que se fijaban en mí.




Una chica rubia en chandal rosa chillón con los ojos muy pintados y un montón de papeles en una mano, me agarró el brazo y sonriente me llevó hacia una sala mientras me preguntaba si me encontraba mal. ¡Era nada más y nada menos que Belén Esteban! Le pregunté que “si es que el Alcalde era yo” y me contestó “pues claro que sí, D. José Luis, que bromista es usted” “Yo por usted ma-to! ¿eh? ¡ma-to! ¡Era mi secretaria personal! ¡Yo el Alcalde! ¡Qué clase de broma era ésta! Entonces me condujo a mi despacho y me hizo sentarme en un sillón mientras ponía sobre la mesa un montón de papeles para firmar.






Un ujier dejó un café humeante sobre el escritorio y un vaso de agua. Rápidamente tomé la taza en mi mano y sorbí un trago del aquel rico café. Me sentí mejor y lo apuré todo de un golpe. El ujier me dijo en un gracioso tono andaluz “ pisha, ettá güeno ¿eh? “ Le miré a la cara y era “¡Paquirrín en persona!” De la sorpresa derramé el vaso de agua. Poco a poco me dejé llevar y empecé a firmar documentos con una pluma preciosa con ribetes dorados en la que se veía grabado el escudo de la ciudad y unas iniciales “ JLRZ “ ¡La firma que hacía no la conocía! ¿Quién era yo? La gente que me rodeaba no parecía asombrada, luego me conocían.


Enseguida el despacho se llenó de gente que venía a hacerme consultas y a pedirme autorizaciones. Yo escuchaba y decidía con la mejor razón de que era capaz. La gente se iba contenta y pronto venían más y más. Atiné a oír al fondo en un corrillo que “hoy el Alcalde está inspirado, acertado e irreconocible y vale la pena consultarle y pedirle cosas”. "No parece el mismo de siempre"





Recuerdo cuando me anunciaron la visita del Presidente del País vecino. Me levanté para saludarle y al tenerle más cerca, con asombro veo que es “¡Chiquito de la Calzada!”. Después de los saludos de rigor, me empezó a hablar sin parar de moverse, yendo y viniendo, mientras no paraba de recitar su habitual cantinela: “¿que hases fistro?” “Pecador de la Pradera ¿cómo te va?” “Estoy que no paro, me muevo más que la compresa de una coja”. “No puedo, no puedo” “Cuatro jinetes cabalgan hacia Bonansaaa”








En un momento dado me quedé solo. Fue entonces cuando un policía desdentado dijo que me acompañaba a casa a comer. Me levanté y fui con él. Me dio un casco muy ligero mientras me decía “póngase el casco cuñaaaaaaaoooooo”. ¡Era ese personajillo popular de la tele al que llamaban Risitas! Nos detuvimos delante de una bicicleta tándem, de esas para dos personas. El Risitas se subió delante al tiempo que me invitaba a subir al asiento trasero.


¡Mi asombro iba en aumento! Medio asustado subí a la bici con mi casco puesto y abrochado. “¿Listo?” me dijo. “Listo” le contesté. La bici salió rodando suave y ya en la calle, no se como, empezó a elevarse unos metros del suelo. ¡No me lo podía creer! ¡Estaba volando subido a una bicicleta sin alas y manejada por el Risitas! Enseguida aterrizó en mi bloque. Bajé y me despedí del guardia mientras volvía a elevarse en su bici.





Antes de entrar me dio tiempo de ver a Muhammad el libio tras el escaparate con un plumero en su mano limpiando el polvo de los artículos fálicos expuestos a la par que me dirigía una enorme y amable sonrisa. ¡No, no era él, era nada más y nada menos que el intrigante Rubalcaba con turbante y barba y en una tienda de sexo! ¡Qué extraño!





Entré en el ascensor y pulsé mi piso. Abrí mi puerta y enseguida fui a buscar mi sillón favorito. ¡Ahora todo me volvía a resultar familiar y conocido! ¡No sabía lo que había pasado! Puse la tele y empezaban las noticias locales. ¡Estaba tan cansado! Habían sido muchas sensaciones nuevas ese día, quizás me dormí….



Entreabrí los ojos y decían en ese momento en la tele que el Sr. Rodríguez Zapatero aquella mañana había despachado con gran acierto, inusual en él, un paquete de medidas muy importantes y que aportarían riqueza y bienestar a sus conciudadanos por lo que la consternación entre la gente era enorme y había trascendido fronteras. ¡Decían que era como si esa mañana Zapatero hubiera sido otra persona! ¡Había descendido el paro, subido la bolsa y abaratada la deuda pública con el anuncio de la subida de sueldos y pensiones!





Entonces me fijé que efectivamente ZP estaba firmando con la pluma de ribetes dorados los mismos documentos que yo había firmado. Atendía a las mismas personas que yo y se tomaba el café al igual que hice yo, primero un sorbo y luego el resto de un trago. A continuación derramó accidentalmente el vaso de agua.





Me levanté y fui al baño, me miré en el espejo y ¡seguía siendo yo mismo! ¡No tenía la cara de Zapatero! ¡No entendía lo que había sucedido! ¿Sería un sueño? Sí, seguro, todo habría sido un sueño del que despertaba ahora plácidamente en mi sillón. ¡Cómo iba a ser yo ZP! ¡Y volar en una bici! ¡Que locura! ¡Vaya mal sueño que tuve! ¡Gracias a Dios que la pesadilla había acabado!


Volví al sillón y al sentarme noté que algo se me clavó en la pierna. Metí la mano en el bolsillo y saqué ¡la pluma con ribetes dorados, con el escudo de la ciudad y las iniciales grabadas " JLRZ " !


F I N













jueves, 17 de marzo de 2011

DE PRONTO ¡LA SOLUCION A NUESTRO ALCANCE!







Hoy día en que los problemas se nos agolpan sobre todo "a los de siempre", no paramos de mirar al futuro para ver si nuestros gobernantes dan con la solución para mitigarlos aunque sea en parte.

El pesimismo se ha instalado entre nosotros. Paro, crisis económica, reducción de las pensiones, reforma laboral a la baja también, terrorismo, guerras, desastres naturales: tsunamis, terremotos, inundaciones, fugas radiactivas, etc.., son causas que nos hacen sentirnos infelices según nos vengan dadas.

Se habla de que la crisis estará entre nosotros un mínimo de 10 años, calculen que comenzó en 2008, pues tenemos para rato todavía. Por lo que el paro seguirá golpeándonos, y las pensiones y nuestros derechos laborales, que tanto costaron conseguir, pues todo al garete...

Guerras, terrorismo, todo depende de los intereses de los más poderosos, como siempre, por lo que estamos en sus manos y no podemos hacer nada.


En fin, vivimos inmersos en una tragedia sin solución aparente. Pero hete aquí que sin querer he visto que tenemos la solución a nuestro alcance de la manera más sencilla e inesperada.


¡NADA MENOS QUE EN EL BUZÓN DE NUESTRA CASA!


¡Por fin la PIEDRA FILOSOFAL QUE TODO LO ARREGLA!


¡En un simple papelillo de color amarillo con impresión barata se halla la solución a todos los problemas del mundo!


Por lo visto si contactamos con el "profesor Souare", gracias a ser "un gran vidente competente", da solución en 72 horas, vamos en 3 días, a cualquier "cosilla que le planteemos".


Y empieza diciendo ser especialista en "el retorno inmediato de la persona querida", vamos, y que las mujeres le pidan que vuelva su madre , de nuevo tendríamos que aguantar a las suegras. No, no, éso no, para que queremos más.


Arregla todos los problemas de pareja, vamos, desde quitarle los ronquidos a nuestras churris, hasta dejárnoslas como la Angeline Jolie con esos morritos..... y sin michelines. Claro aquí también entraría lo de limpiar los platos, barrer, etc... , si él lo arregla, ¿quién haría las faenas de la casa? Hasta desaparece la impotencia sexual, éste nos convierte en máquinas sexuales. Nada, que le quitamos el puesto a Nacho Vidal.


También nos cura todo. ¡Seguro que nos hace hasta trasplantes de órganos! Entre que nos cura y si falla, luego nos retorna a la vida, tenemos un chollo. No nos moriremos jamás.


Garantía en los concursos, a forrarnos se ha dicho. Mejora en el deporte, ya me veo jugando en el Barça. Soluciona los problemas judiciales, que bien le vendría a "Cachuli", y a Roca, y a Camps, etc... No se si hacerles llegar este papel, quizás me lo agradezcan.


Si Zapatero supiera ésto, lo fichaba de Ministro de Trabajo, pues arregla hasta el paro. Así se acabarían las largas colas de parados de España y que tantos quebraderos le traen. De paso que le quiten el mal de ojo al pobre ZP, pues auguró "Pleno Empleo" y vamos al "Pleno Paro".


También en el Comercio sabe atraer clientes y mejorar nuestras ventas. No se cómo lo hará en tiempos de crisis, no creo que sea con una simple sonrisa irresistible. Nos protege de los miedos, así podremos ver a la Duquesa de Alba sin sobresaltarnos.


Es un chollo, sí que lo es. Con su ayuda dejaremos el tabaco, el alcohol y las drogas de golpe.


También nos libra de los accidentes que podamos sufrir. Ya veo que en vez de llevar en el salpicadero del coche "el San Cristóbal protégenos" , tendremos que llevar a éste prodigioso profesor con nosotros.


Y encima es serio, seguro, de confianza y CON GARANTÍA, ésto es lo mejor, SIEMPRE ACIERTA.


Nada, lo tengo claro, a éste profesor Souare lo tengo que fichar para mi casa. Es un portento y la gente poderosa del mundo mundial sin saberlo y le acabo de ver salir de mi portal. Voy a por él antes de que se me adelanten.


Tras sacar el papel del buzón, salgo a la puerta de la calle y veo que también sale delante de mí una persona de raza negra en chandal color chillón, con una bolsa de la que saca una envoltura de periódico, la abre y empieza a morder un bocata de sardinas que no se lo salta un gitano. Le digo que si este anuncio amarillo lo ha echado él y me contesta con una amplia sonrisa que deja ver su blanca dentadura, que sí, y me dice si más ambages ¡QUE ÉL ES EL PROFESOR SOUARE.!


Me quedo petrificado ante la visión a la vez que deprimido. ¡No es lo que yo me esperaba! ¡Y yo que había depositado tantas esperanzas en el citado Profesor! Y ahora que lo tenía delante no era lo que me había imaginado.


¡Cómo podía ser éste pobre negrito de chandal chillón, repartidor de su propia publicidad, con bocata sardinas incluído, el portador de tanta felicidad para todo el resto de la humanidad!


Me decía el Profesor que le llamara a esos teléfonos y que por dinero no problem, que podía pagar cuando pudiera..... que DABA FACILIDADES DE PAGO. Nos despedimos y ahí se quedó en la calle con su bocata sardinas, haciendo un alto en su gran labor de llevar la felicidad a todas las casa del mundo. Pero eso sí, me recalcó que hasta las 10 de la noche solamente, luego no podía atenderme. Quizás trabajaba de turno de noche en algún sitio...



jueves, 25 de noviembre de 2010

¡ADIOS PAPÁ !

Hospital Reina Sofía de Tudela.

5 de la tarde del jueves 18 de Noviembre de 2.010.

Mi padre deja de respirar para siempre.

Mamá y yo abrazados, te contemplamos. Ella me está contando como pasásteis la última Navidad en Ayora, acompañados de una familia amiga y lo bien que disfrutásteis a pesar de lo poco que comíais debido a la edad. Estando en ésas te vimos irte papá.

Te has ido sin sufrir. Estabas ligeramente sedado y tu respiración era buena y acorde. Sobre esa hora empezaste a hacer unas pausas cada vez más largas y así te sobrevino tu marcha de este mundo, sin enterarte. En el fondo nos pareció una muerte tranquila y plácida. ¡La que desea toda la gente! La verdad es que la vida te ha tratado bien, pues has vivido 85 años sin graves problemas de salud.

Ni soy el más indicado para hacer una glosa de tu vida ni la pretendo hacer. Solo escribir un poco es lo que quiero. Me lo pide el cuerpo y no se porqué.

Sabes que me fui de casa con 20 años para hacer la mili y ya solo volví por alguna vacación. Os dejé a ti, a mamá y a tres hermanos de 14, 11 y 8 años, a los que poco pude conocer y tratar, porque a mis 14 años, salí de casa para trabajar junto a ti y pasábamos todo el día fuera llegando casi a la noche. Mis principales roces con ellos se remontan a mi etapa de estudiante hasta mis 14 años y recuerdo haber jugado mucho con ellos y llevarlos al colegio. Pero hemos crecido separados y sin llegar a saber bien cómo somos cada cual. Esto me entristece mucho ahora.

El recuerdo tuyo que siempre viene a mi mente es el del día de mi Jura de Bandera en el CIR de Alicante. Os acabábais de trasladar por motivos de trabajo, desde Navalmoral de la Mata en Cáceres a Ayora en Valencia y sabía que teníais la casa patas arriba. Era la primera vez que me separaba de vosotros. Quizás de los dos mil o tres mil soldados sería uno de los pocos que ese día iba a estar sólo. Y estando en formación justo antes del comienzo de los actos, no me digas porqué, pero miré hacia atrás y en el sitio destinado a los familiares, ¡allí estabas tú! Te recuerdo con una camisa de esas llamadas saharianas, de color azul con múltiples bolsillos.
Estoy empezando a llorar sin poder contenerme y tengo que parar de escribir.

La tristeza que me embargaba desapareció al instante. Al vernos, ambos empezamos a saludarnos en la distancia. Desde ese momento estaba alegre y feliz y se lo empecé a contar a mis compañeros de alrededor. Acabada la ceremonia y tras los besos de rigor, marchamos a la nueva casa en Ayora.

Los recuerdos de mi infancia junto a tí, se agolpan en ni mente. Nuestros paseos por Cartagena….., aquellos domingos, en que íbamos al rompeolas del puerto y cogíamos con una lata vieja con agujeros a modo de colador esos exquisitos chanquetes que luego mamá freía. ¡Cómo disfrutaba yo!

Me llevabas por la calle de la mano, y me comprabas algo que nunca he visto en parte alguna: piñones con su cáscara, tostados. El vendedor llevaba su caja expositora a la altura del pecho y sujeta con una correa por la parte de atrás de la cabeza. Para poder abrir los piñones te daba un clavito al que previamente habían chafado la punta a modo de un destornillador, y así poder meterla por un huequecito que tenía el piñón y girando poder abrirlo y degustar el sabroso fruto de su interior.

Nos acercábamos al puerto trimilenario de Cartagena y veíamos los buques de guerra allí atracados en batería sobre la línea del puerto. Todos tenían sus escaleras tendidas hacia tierra y un marinero con su fusil de guardia al pie de la misma. Algunas veces dejaban subir para recorrer partes del barco y por supuesto que mi padre y yo subíamos. ¡Qué imponentes se veían con sus cañones y chimeneas humeantes!

También veíamos el famoso submarino del cartagenero Isaac Peral. ¡El primero del mundo!. Este submarino estaba en tierra firme, de adorno, y la gente se fotografiaba junto a él.

¿Y nuestras subidas al Castillo de los Patos? Desde donde se veía toda la ciudad.
!Qué bonita era Cartagena con su bahía, sus casa y sus montes!

En Semana Santa veíamos juntos los desfiles matinales de los granaderos y de los judíos. Perfectas formaciones militares que anunciaban y precedían a las majestuosas procesiones de la tarde.

También nos acercábamos al Ensanche para ver unas partidas de bolos. Entonces el Ensanche estaba vacío, sin construir viviendas. Recuerdo que la gente clavaba en el suelo unos palitos finos y desde lejos lanzaban la bola para derribarlos.

Los "caballitos" eran casi fijos. En la zona del Puerto estaban prácticamente todo el año unas ruedas de atracciones infantiles a las que acudíamos a menudo los domingos.

Por la tarde y cuando tocaba jugar en casa íbamos al fútbol para ver al “efesé”. Así se le llama al F. C. Cartagena, hoy Cartagonova. En mi tierra la “ce” se pronuncia como “ese” y en vez de decir voy a ver al Cartagena, se dice voy a ver al efesé (F.C.)

En verano cogíamos el autobús en la Plaza de la Merced e íbamos a la playa cartagenera de Los Urrutias. Clavabas cuatro tubos en la arena y un toldo encima de ellos y allí pasábamos el domingo. Mamá llevaba tortilla de patatas y carne frita con tomate. ¡Qué bien lo pasábamos! Te recuerdo sujetando el sombrajo en lucha a brazo partido contra el viento mientras comíamos tortilla con arena. ¡Qué recuerdos!

Por la noche en verano nos llevábais a las sesiones nocturnas infantiles de cine, bien en el Teatro Circo o bien en Los Juncos. ¡Qué sensación tan bonita estar en un cine al descubierto!

Por Cartagena pasaban anualmente bastantes de los mejores circos del mundo. ¡Cuando los circos eran circos! Jamás olvidaré el día en que con 9 años, me acerqué a uno de ellos por la tarde al salir del colegio y estando embelesado viendo las fieras se me acerca Buffalo Bill, para mí era el auténtico, claro, y en un mal español me dice "nesesichou agua parra mi caballou, si chú me la chraes yo dejarte entrar free, como se diche, grattis al Chircou"

¡Me estaba hablando el mítico Buffalo Bill! ¡ A mí ! ¡Cómo no iba a ayudarle! Y más teniendo en cuenta que su caballo tenía que estar fuerte para combatir contra los indios y perseguir búfalos. Así que agarré el cubo y sin dudar fui hasta un edificio en construcción a unos 300 metros y le traje como pude el cubo de agua y así hasta 3 veces. ¡Recuerdo que fue un gran esfuerzo para mí!

En cuanto empezó la primera función, Buffalo Bill me llevó gratis a un palco de primera fila, junto a la pista. ¡El espectáculo se veía grandioso desde ahí!, y así fue pasando el tiempo hasta que se me acerca mi padre y me saca de malas maneras del palco y del circo y ya en la calle me dio una buena tunda de palos de las de antes. Allí estaba también mi madre. Me castigaron directamente a la cama y sin cenar. Resulta que eran las 9 de la noche y no sabían nada de mí desde que salí del colegio.



Podría seguir enumerando uno y mil recuerdos más, pero con estos me bastan papá. Los recuerdos se agolpan en mi mente, pero siempre son de mi niñez e infancia junto a vosotros. Y tengo que decirte que fueron los años más felices de mi vida que recuerdo junto a vosotros.


Ahora echo de menos no habernos tratado y conocido más, a pesar de no perder nunca el contacto, pero no es lo mismo. Supongo que le debe pasar a todo el mundo al irse de casa y formar una nueva familia. Y después de tantos años, ahora y por causas de tu salud nos hemos visto a diario en Tudela. Ha sido un reencuentro casi diario en casa de Mari en donde poco a poco hemos asistido a tu decaimiento.

Destaco de los cuatro días en el Hospital, el miércoles a la tarde, momento en que, lleno de lucidez, te despediste de mamá y de nosotros cinco. Nos reconociste. Con un gran esfuerzo nos abrazaste uno a uno diciendo nuestros nombres y pasando tu brazo izquierdo por encima de nosotros, a la par que nos dabas un fuerte beso en la mejilla. ¡Ha sido de lo más fuerte que me ha tocado vivir! ¡Al día siguiente te fuiste!


El entierro fue en Ayora el viernes 19 a las 4 de la tarde. Asistimos toda su familia al completo, hijos, hermanos y nietos.




¡Descansa en paz, papá!

¡Adiós Papá!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

PASARAN MAS DE MIL AÑOS, MUCHOS MÁS....

Reconozco que en otoño la nostalgia me invade por doquier. Es que, es llegar el viento y la caída de la hoja y quedo rendido ante los recuerdos y sensaciones de tiempos atrás.

Si ayer fueron el Tejo y el globito azul, hoy me ha cautivado la música. ¿Qué cómo es éso? Pues muy fácil.

Todo ha sucedido de mañana, cuando caminaba por la ciudad en mis quehaceres laborales. Acababa de saludar a mis sobrinos Beatriz y a su pequeño Claudio de un año, al que había hecho reir como de costumbre, obligándole a repetir todas las monerías que le enseño: ¿cómo hace la yaya? y el buen Claudio se empieza a dar golpes con su mano derecha en la cabeza, a imitación de su bisabuela que cuando le dicen algo que no quiere oir, se hace la olvidadiza a la par que se arregla el pelo de su parte trasera de la cabeza en repetidos toques.

Tras este encuentro familiar reanudo la marcha por La Carrera, y conforme avanzo, me empiezan a llegar unas delicadas y suaves notas musicales a mis oidos. Enseguida ubico su procedencia. ¡Cómo no!, en el mismo sitio de costumbre. Ahí está el músico de siempre con su violonchelo y su inconfundible fisonomía, recio, ya algo mayor y con su pelo totalmente blanco. Como siempre, está con su sillita apoyada a la pared, y es una delicia oirle tocar al tiempo que vemos como desliza el arco por las cuerdas, con sus ojos cerrados y totalmente concentrado. Su cabeza se mueve suave y rítmicamente al compás de la música.

Conforme me acerco, la música me inunda todo el cuerpo. Está interpretando un bolero precioso y conocidísimo que suelen cantar entre otros el mexicano Luis Miguel y también Los Panchos. Se trata de "Sabor a mí", y oído al chelo, en una mañana de otoño ventosa me hace estremecer de gusto y felicidad. ¡Qué bonita música! ¡Cómo me atrapa y me envuelve! Me detengo unos instantes y le miro. En ese momento el artista también me mira mientras su cabeza sigue rítmicamente al compás de la música. Vuelve a cerrar sus ojos.


Entonces es cuando recuerdo con nostalgia que a este señor ya lo hemos visto bastantes veces en Tudela y desde hace muchos años. Por su fisonomía parece ser del Este de Europa. El buen señor seguro que emigró buscando mejor fortuna. También lo he visto en San Sebastián.


Y mi recuerdo se llena viéndome de la mano de mi hija Miriam cuando era una niña, paseando por La Carrera y viendo a este mismo músico. Entonces mi hija ya iba a la Escuela de Música de Tudela, hoy Conservatorio, y empezó practicando violín y posteriormente flauta travesera. Hace ya tanto de ello......


Puede que por estimularla más en su aprendizaje o por una gracia ocurrente sin más, le dije "¿sabes, este señor debe ser ruso?" y me dijo ella "¿cómo lo sabes papá?" y entonces le conté que en esos países tan fríos, nieva tanto que la gente apenas sale de casa, por lo que están todo el día o jugando al ajedrez o tocando música, y que por eso son tan buenos en ambas cosas. Y que la prueba evidente de que eran rusos era la siguiente: "¿no le ves los ojos?, los tiene casi cerrados siempre, y es debido al reflejo continuo de la nieve. Todo está nevado y cuando salen a la calle o abren las ventanas para mirar afuera, les refleja la luz en la nieve. Y por eso desde siempre tienen ese gesto en sus ojos."


Y conforme fue creciendo mi hija, siempre hemos recordado con gracia, a este señor y lo de intuir que son del Este debido a sus ojos.

Hoy me he enternecido aún más, será porque hace días que no veo a mi hija. ¡Este otoño nostálgico!

Proseguí mi camino y la bonita música del chelo me acompañaba al tiempo que se iba languideciendo con la distancia. Eché un último vistazo atrás y mientras aún le veía, me acordé con mucho cariño de mi hija Miriam. Y me alejé tarareando al son de la música:

"Pasarán más de mil años, muchos más
yo no se si tenga amor la eternidad
pero allá, tal como aquí
en la boca llevarás
sabor a mí."

A continuación y para los amantes de este bolero y de Luis Miguel, pinchad este vídeo y le veréis interpretándolo. Que disfrutéis.



martes, 9 de noviembre de 2010

Chispazo infantil

¡Cómo soplaba el viento! El cierzo recorría las calles de la ciudad adueñándose de ellas. No había rincón adonde no llegara. A pesar de ello la mañana otoñal no era fría y los tudelanos iban por doquier cada cual a sus recados. Los más valientes se detenían a saludar a otros y no les importaba pararse en un cruce donde el cierzo reinaba con crudeza.

Me disponía a salir como de costumbre para acercarme al Banco. Antes de hacerlo, una compañera me alertó del fuerte viento y me aconsejó llevar una teja en el bolsillo. En ese momento me vino a la cabeza, no se porqué, la palabra tejo y le dije si recordaba el famoso juego infantil de nuestra lejana infancia. Los dos nos acordábamos con nostalgia. Nuestro rostro cambió de golpe. Ya no teníamos ese semblante serio que se nos pone al trabajar. No, teníamos una sonrisa bonita, alegre, inocente e infantil y empezamos ambos a recordar como era el juego del Tejo.





Rápidamente lo dibujamos en un papel y como no nos acordábamos bien,
cada uno participó dibujando la famosa tabla a su manera. Nos pareció recordar que el premio para el ganador que completara el recorrido era llegar al Cielo.

Debía ser algo así como un recorrido por la Vida con Purgatorio y todo. Por unos instantes un par de cincuentones fuimos unos felices niños.

Enseguida quisimos recordar las reglas del juego. Que si lanzábamos la piedra así. Que si no podías pisar ninguna raya. Eso sí, recordábamos que había que ir a la pata coja haciendo todo el recorrido y sólo se podía descansar con los dos pies en alguna casilla en concreto. Que si el tablero en su pueblo lo dibujaban con tiza en el suelo hasta la casilla nueve. Que si en el mío lo hacíamos en suelo de tierra marcándolo con un palo y con distinta forma.

Un auténtico juego de habilidad y de sociabilidad. Muy al contrario de lo que sucede hoy día en que cada niño se encierra en su habitación con su teléfono, su video consola, su televisor, su ordenador, etc.... Muy independientes y sin fomentar los valores del esfuerzo en equipo, que a la larga son imprescindibles para avanzar en la sociedad.



¡ Fueron unos bonitos instantes de regreso al pasado, al pasado feliz de la infancia !



Salí a la calle y el viento me saludó en el rostro enseguida. Me abrigué el cuello y apreté el paso. Al salir del Banco por el Paseo de Invierno y yendo absorto precisamente recordando lo hablado antes en el trabajo sobre el juego del Tejo, con lo que supuso el retorno a la niñez, veo que viene hacia mí rodando por la calle un precioso globo azul impulsado por el viento.

Justo un poco antes de llegar a mí, se para, y yo me digo si lo cojo o no. ¿para qué lo quiero? ¿Qué voy a hacer con un globo en la mano? Y mientras cavilo estoy encima de él y no me digas porqué, pero algo me hizo agacharme y cogerlo. Todo fue muy rápido. En un santiamén iba caminando a mi edad, yo solo, con un globo azul en la mano. Me preguntaba que qué haría con él.

En ese momento dobla la esquina un cochecito con su bebé dentro y su mamá empujándolo. El niño de poco más de un año, iba protestando y revolviéndose en la silla. No me lo pensé ni una sola vez. Fui hacia su encuentro y le puse el bonito globo azul en sus manos. El niño miró al globo y luego a mí. La cara le cambió radicalmente. Una amplia sonrisa le llenó la cara ¡Era el ser más feliz del mundo!

La madre dijo "anda, mira, un globo" y me miró agradecida. No dije nada y nos alejamos.


Antes de doblar la esquina vi a la madre irse con el cochecito y su niño que no soltaba el globo. Ya no protestaba. ¡Era feliz!




De nuevo me vino a la mente el juego del Tejo, pero esta vez me pregunté porqué el día de hoy me había deparado hasta ese momento dos acciones relacionadas con juegos infantiles. Primero el Tejo y después el globo.

Casualidad indudablemente, pero el día de hoy ha sido distinto para mí, pues me ha hecho estar todo el día acordándome de mi años infantiles, de mis padres, hermanos, amigos y de los juegos de aquella época de hace casi cincuenta años, la mayoría en la calle y por supuesto infinitamente mejores que los que conocían hoy día los niños. Aquellos juegos nos marcaron y nos prepararon mejor para vivir la vida.

No viene mal recordar nuestro pasado de vez en cuando, pero reconozco que me ha resultado mejor de esta manera tan inesperada y para mí emocionante.

jueves, 15 de abril de 2010

EL VOLATÍN Y EL ANGEL. ANTIGUAS TRADICIONES DE LA SEMANA SANTA DE TUDELA




EL VOLATÍN



[Sus orígenes se remontan al lejano siglo XIV. El Sábado Santo, a las 10 de la mañana, en la plaza de los Fueros de Tudela, tiene lugar este particular acto que simboliza la agónica muerte del traidor Judas Iscariote que entregó al Maestro a sus enemigos por unas pocas monedas. Un muñeco o pelele de madera, con sus miembros articulados, vestido burlescamente y con un puro-petardo en la boca espera resignado que prendan su mecha. Con movimientos frenéticos, comienza a dar vueltas de manera imparable hasta que su traje y zapatos caen en jirones entre la muchedumbre. Los presentes, especialmente los más pequeños, se los disputan junto a la lluvia de caramelos y balones que lanza la Orden del Volatín.]





OBRA INÉDITA DEL AUTOR JUAN F. CASANOVA PEREZ. RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.








¡Por fin había llegado el día del que tanto había oído hablar!.


Era sábado. Cuando abrí los ojos allí estaban como siempre papá y mamá. Ella limpiando nuestro pequeño hogar con toda diligencia y él acicalándose el elegante traje blanco y negro a la par que miraba hacia el cielo y hacia el horizonte, meneando su cabeza como sopesando que clase de clima nos depararía el día.

¡Tenía que hacer buen tiempo! Era necesario, pues no quería perderme el primer día de mi vida en que iba a ver semejante espectáculo del que tanto había oido hablar.

En todos los hogares cercanos a la redonda se veían los mismos preparativos. Todos se iban despertando, arreglando sus casas y preparándose para "la salida". Al otro lado de la calle vivían unos vecinos conocidos de mis padres que tenían dos hijos y como los nuestros también habían llegado de África. Tenía ya ganas de crecer y poder jugar con sus hijos y realizar largos viajes como lo venían haciendo nuestros padres.
Empezamos a ver como acudía la gente a la Plaza de los Fueros de Tudela. Conforme crecía el número se acrecentaba el rumor.

Junto a nuestra casa sonaron diez campanadas. He de reconocer que aún me asusta este ruido, pues me pilla siempre desprevenido. ¡Lo tengo tan cerca de mí que no me termino de acostumbrar!.


Entonces se oyó una voz potente, más fuerte de lo normal y que se oía por todos los alrededores. Desde otros hogares como el mío volvieron todos sus cuellos expectantes hacia la Plaza. Los padres empezaron a prepararnos a los hijos con las consabidas lecciones de siempre. Mientras, la gran voz seguía parlanchina e ininteligible pero bastante atronadora.
Los consejos de los padres se multiplicaban - cuidado cuando llegue la hora.... - solo será un momento - volveremos enseguida, no preocuparos - no os mováis ni os asoméis -

Se acercaba el gran momento. ¡Tenía miedo! No sabía si sería capaz de superar el gran ruido inminente. ¡El corazón se me aceleraba! ¡La voz seguía a lo suyo! ¡La plaza estaba llena a reventar! Mis padres preparados para salir.......
La gran voz cesó y se hizo un corto silencio seguido de una exclamación generalizada. Algo debía estar sucediendo en ese piso más abajo de mi casa. ¡De pronto se escuchó un silbido potente!.

¡Por fin llegó la explosión! ¡PUMMMMMMM! ¡Fue algo que jamás había oído en mi vida!. Mis padres no se pudieron contener y dieron un salto en el vacío dejándonos sólos a mí y a mi hermano.





Yo pegué un respingo enorme y recuerdo que chocamos involuntariamente nuestras pequeñas cabezas picudas. ¡El temor nos invadió! Empezó a sonar por toda la plaza una música extraña a gran volumen. Nos acurrucamos los dos, solos y asustados. No cesábamos de mirar hacia el cielo con preocupación buscando a nuestros padres. Veíamos multitud de aves: gorriones, cigüeñas, palomas..., todas asustadas volando a lo loco.
Al rato y de improviso, aparecieron papá y mamá con sus enormes envergaduras realizando un perfecto aterrizaje junto al campanario de la Casa del Reloj. Con sus largos picos nos acariciaban continuamente mientras nos decían "ya pasó todo, ya está, se acabó, ahora mirad por las rendijas del nido y veréis como "vuelan unas bolas redondas sin alas".















Miramos atónitos y no dábamos crédito. En la plaza no cabía nadie más. Y efectivamente, de debajo nuestra salían unas extrañas ¿aves sin alas? redondas de colorines volando y que cayendo sobre la gente se peleaban por cogerlas. En el fondo sentí miedo, pensé, pues si algún día cayera yo, no me gustaría que la gente me hiciera daño para cogerme, pues las pobres ¿aves? iban rebotando por encima de la multitud, hasta que alguien las cogía del todo.






Tras un gran rato por fin llegó la calma , la gente se dispersó con las "extrañas aves redondas" en sus manos, algunos las iban pateando por el suelo y se las mandaban del uno al otro. El ruido cesó del todo. La rutina volvió a nuestras vidas. Papá y mamá salieron a buscar comida y yo y mi hermano nos quedamos esperando y rememorando todo lo que habíamos percibido. ¡Jamás lo olvidaríamos!


Mis padres nos contaron que el silbido anterior a la explosión era producido por lo siguiente: en el balcón del primer piso colocaban una imagen de un humano que se agarraba con sus manos a un madero colgando en el vacío. De su boca salía un extraño artilugio al que prendían fuego y tras silbar, explotaba con gran ruido. A continuación esta imagen empezaba a dar descomunales volteretas y volatines en el aire, rompiéndosele la ropa a jirones. Era como si se castigara a si mismo por algún suceso extraño y que nunca acababa de pagar, pues cada año repetía lo mismo. A mis padres les daba pena tanto tormento.








Enseguida pensé que aún faltaba lo mejor. Mañana domingo temprano, es cuando los humanos trataban de imitar sin suerte, tal y como nos contaron nuestros padres, el vuelo de las cigüeñas.

¡Los pobres nunca lo conseguían y mira tú que lo intentaban una y otra vez!



EL ANGEL


[Ancestral tradición tudelana de los siglos XIII - XIV, que se celebra el domingo de Resurrección en la Plaza de los Fueros. Fiesta en la que un ángel, encarnado por un niño, desciende surcando el aire hasta llegar ante la imagen de la Virgen, que tiene su cabeza cubierta con un velo negro, en señal de duelo por la muerte de su Hijo. El espíritu celeste le desprende de su velo evocando con este gesto la alegría de la Resurrección de Cristo al tiempo que le grita : "alégrate Maria, porque tu hijo ha resucitado". El ángel durante su trayecto va sacando de un saquete unas "aleluyas" en las que pone dicha frase, dejándolas caer sobre la multitud.]

OBRA INÉDITA DEL AUTOR JUAN F. CASANOVA PEREZ. RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Aún sin olvidar las emociones vividas, llegó el domingo. Tuvimos que madrugar un poco más que el día anterior. Como siempre, mamá trajinaba un poco por aquí y por allá, entretejiendo con su largo pico las ramas y sarmientos, dando más seguridad al nido.



Mi padre miraba una y otra vez al cielo y saludaba con su crotoreo peculiar a sus vecinos de tejado. La verdad es en que la Plaza de los Fueros de Tudela había bastantes nidos de mis congéneres, por lo que enseguida el crotoreo fue a más.






Aunque se veía algún hueco, la plaza se empezó a llenar de gente . Mis padres nos calmaban diciendo "que no temiéramos nada, que lo de hoy era más tranquilo y sin ruido".

Por nada del mundo quería perderme este momento en que los humanos tratan de imitar a las cigüeñas en su vuelo.

En el campanario junto al nido sonaron las nueve campanadas con el consiguiente susto para mí y mi hermano. A lo lejos se oía una musiquilla. Empezamos a mirar a través de los huecos del nido.

















Por la esquina de la calle del Muro aparecieron unas personas vestidas con extrañas y coloridas ropas, cascos metálicos en la cabeza y lanzas en la mano. Dice mi padre que "son una especie de guardia protectora no sabe para qué". Dice no saber que relación tienen con el "humano volador"







La multitud se abrió respetuosamente dejando paso. Los guardias hicieron su entrada en la plaza seguidos de una especie de toldo, bajo el que iba alguien protegiéndose quizás en caso de lluvia o calor.










Tras ellos se veía venir como una imagen de humano con la cabeza tapada, pero que avanzaba por encima de las cabezas de la gente. El murmullo iba creciendo. La comitiva dio la vuelta a la plaza y se detuvo al fondo de la misma frente a la Casa del reloj donde está nuestro nido. De un grupo de personas vestidas igual salía bonita música.

De repente mi padre anunció "que ya se abrían las puertas". Llegó el momento. Yo miraba pero aún no veía al cachorro humano tratando de volar. Por los gritos de la gente deduje que sus padres ya lo empujaban con cariño al vacío. Seguí mirando y enseguida le ví. ¡Ahí estaba, revoloteando sin parar de batir sus brazos! ¡Qué pena me dio! ¡No sabía volar! El pobre estaba suspendido de una cuerda para darle seguridad. ¡No se atrevían a que volara sin cuerda!.






El niño se esforzaba pero no le salía bien. Sobre su cabeza había una nube. Pero me di cuenta que a pesar de llevar alas, el niño no sabía usarlas y pretendía volar con sus brazos sin plumas. ¡Qué error!





Dijo mi padre que según decían en las reuniones africanas, "estos humanos de Tudela llevaban muchos siglos intentando volar como ellas, pero nunca lo conseguían a pesar de elegir cada año a las mejores crías de varones". Una vez lo intentaron con una cría hembra, y como lo hizo exactamente igual que los varones, se acordó que cada año lo intentarían de forma alterna varones y hembras.




Pero no lo han vuelto a repetir, no, y siguen con los machos.


23.03.2008
1ª niña Angel en la historia: Amaya García Ridruejo




























De vez en cuando se echaba mano a un saquete del que sacaba unos papeles que dejaba caer sobre la gente. El niño, quizás agotado por el inútil esfuerzo, se detuvo de pronto frente a la imagen. Le quitó el trapo del rostro y con fuerte voz le dijo algo que no entendí, pero que deduje que debió ser más o menos así, por lo que pude ver luego: "Lo siento, no puedo más, hasta aquí he llegado, me canso, y quiero que veas como vuelo hacia atrás".










Con gran sorpresa empezaron a salir muchas palomas de debajo de la imagen. Algunas eran conocidas nuestras, pues habían estado en nuestro tejado. Incluso mis padres nos señalaron a una que había estado en África con ellos.












Sonó una musiquilla agradable y la gente empezó a golpear una mano sobre la otra produciendo bastante ruido. Por los rostros se les veía contentos y quizás premiaban así al niño en su intento por volar.





Éste, volvió a mover sus brazos y extrañamente voló hacia atrás. Papá nos explicó que "no lo ha conseguido y por eso tiran de él con la cuerda hacia su nido".


El año próximo volverán a intentarlo de nuevo con otro crío o cría, pero dice mi padre que "tampoco lo conseguirán a pesar de sus esfuerzos".








El niño entró tras las puertas y al rato estaba en la calle, andando y formando parte de la comitiva que empezó a alejarse bajo la musiquilla agradable. La plaza quedó casi desierta.





Yo, a pesar de que me lo habían contado muchas veces, quedé muy sorpendido por el deseo de volar de estas gentes. Esto hizo que deseara con mayor interés que llegara pronto el momento en que mis padres me dijeran que ya podía volar sólo. Y cuando ésto sucediera, si veía a este crío, le enseñaría a volar con sus alas y no con sus brazos. ¡Quizás fuéramos amigos y pudiéramos volar juntos a África!.



Mis padres salieron a buscar comida y al volver nos contaron que vieron por todos los campos y orillas del río Ebro, a la gente preparando hogueras para celebrar con sus manjares este día de alegría, que aunque no lo comprendiéramos debía significar algo muy importante para ellos. Yo pensé que estaban contentos por el corto vuelo del niño, por lo menos lo intentó y voló algo.

Fueron dos días muy intensos los vividos por mí esta primera vez. Y me dije que cuando volara, iría a África como mis padres y que luego volvería o bien a este nido de la Casa del Reloj o construiría uno cerca de él, para poder ver bien y enseñarles a mis hijos las cosas que yo he visto y he aprendido de mis mayores en esta bonita Plaza de los Fueros en la ciudad de Tudela.



¿Sabías por qué decimos que a LOS NIÑOS LOS TRAE LA CIGÜEÑA?
Se trata de una fabulación procedente del folklore alemán y holandés que tiene su origen en los mimos y cuidados que estas aves dispensan a sus crías, que calientan el nido con tanto afán que hasta pierden plumaje.
Ya en Roma, impresionados por el amor filial de estas aves (monógama, fiel a su pareja y que cuida de sus padres cuando no pueden valerse por su edad) se promulgó la lex cyconaria, que era una disposición legal por la que se obligaba a los hijos a amparar a los padres ancianos.
La cigüeña, a la que se creía enviada de los dioses y se veneraba como pájaro sagrado, estuvo dedicada a la diosa Juno y a su cuidado estaban la protección de la mujer, el matrimonio, el alumbramiento y los recién nacidos.
Así no es de extrañar que en Escandinavia u Holanda (en todo caso parece que en la zona báltica) se inventaran la historia de la cigüeña que trae los niños para explicar a los más pequeños la aparición súbita de un nuevo miembro en la familia. En todo caso, el trabajo del cuentista danés Hans Christian Andersen contribuyó a propagar esta fábula
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